jueves, 4 de abril de 2013

En el Monasterio...(Fragmento)


La oración de la mañana quedó vibrando en mi interior, y parecía que aun reverberaba en el prado. Yo cantaba para mis adentros, pero al ver el rostro de los otros monjes, supe que no era el único. Cada uno tenía su canción interior.

Remover la tierra del huerto y limpiarla de malas hierbas puede ser una de las tareas más agradables y profundas de la vida. Si se está en un estado correcto y con paz interior se puede percibir algo más que un trabajo de granja: es el cuidado de aquello que nos da fuerzas físicas.

Una bella loba, a la que en el monasterio apodamos Numma, se paseaba por entre el camino de la arboleda. “Quizás seas el espíritu de una sacerdotisa seduciéndonos”, pensé.

Más arriba, el cielo diáfano y límpido, celeste y profundo…

Casi me había olvidado de donde venía y que había sido mi vida antes de venir a este lugar perdido y olvidado, más no menos importante.

El monasterio fue construido en refinadas madreas y piedras esculpidas por unos caballeros templarios, en 1300 DC, que tras su participación en las cruzadas, dedicaron su vida al Cristo.
Las construcciones eran artesanalmente maravillosa y de espíritu piadoso. Aquellos caballeros buscaron la Gracia en su construcción y dedicaban meses en la talla de una columna, en el pulido de los suelos, en el armado de altares y muebles, pero por sobre todo, dedicaban años en el estudio de escritos antiguos, de literatura sagrada, de alquimia, de ciencias herméticas, de magia y cabala, de meditación cristiana.
Contaba con una biblioteca en donde allí se hace casi todo. Una especie de bracero esta encendido todo el tiempo. Subiendo por unas escaleras, hacia un oscuro y calido  pasillo estaba el lugar de meditación y oración, al que llamaban “el lugar del culto”. No había una imagen de Jesús, ni estatuas de santos. Solo los paisajes de los vitraux mostraban ensoñaciones de una Conciencia Superior, que regaban con la luz exterior los atriles ceremoniales y los candelabros de bronce.

“En el templo, cualquiera es santo” me dijo Giovani, “aquí no hay tribulaciones. Pero qué sucede al bajar al pueblo y enfrentar la vida ordinaria de los hombres de mundo? Por eso es importante llevar el templo en nuestro interior.”
Me dirigió a las habitaciones para que ponga mis pertenencias en el armario del siglo XVI, y me entregó una túnica sencilla pero de buena tela: “Y aun así” agregó, “el templo no es para todos. Hay que tener valor para abandonar el mundo, y un gran espíritu para alimentar el alma”.

Aquel día me parecía lejano y estaba fresco en mi mente. Quizás halla pasado toda mi vida en aquel pequeño templo, o había sido apenas el día anterior cuando había llegado: Vislumbré el infinito en unos segundos!!

Por la tarde, siempre hacía algo que alegraba mi alma: me adentraba en el bosque con Tadeo en busca de frutas secas o leña para las estufas, iba hasta el lago, al otro lado del bosque, a contemplar el reflejo con Marcos (“el aire y el agua siempre están unidos. Los separa “la imagen”, al igual que Dios y los hombres”), tocaba la guitarra en los jardines de la entrada junto a Ferdinand que me acompañaba con el acordeón, o simplemente me quedaba en la terraza del este, meditando al atardecer, contemplando los últimos rayos de sol dorado, pincelando el cielo carmesí, mientras que las sombras que cubrían el mundo, allí debajo, poco a poco subían la ladera del bosque.

Éramos un poco mas de una docena los que habitábamos en aquel templo, y muy pocas personas pasaban por allí, aunque las puertas estaban abiertas siempre...

Hoy, en cada atardecer, algunos pensamientos son  hacia aquel lugar y para aquellos monjes que fueron mi familia. Quizás algunos no estén, no lo se… pero sí se que volveré, y entregare mis días allí. Seré viejo y sabio, o regresare a mi juventud, y la loba que paseaba por los alrededores, por fin se transforme en la “sacerdotisa Numma” y caminemos eternamente en el prado de la magia…

Hoy puedo estar por el mundo, viajando, trabajando, haciendo vidas, pero siempre en los momentos de paz regreso al monasterio, porque aquel lugar quedo en mi interior.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Caro fratello




Qué magia del pasado
nos ha encontrado, hermano mío,
que en el hablar de otros
nos sentimos reflejados?
Y no tardó en el ágape ritualizado,
la impronta de magos nocturnos,
eruditos grabes, poetas oscuros,
que nuestros mazos se mezclaron.

Crucé el jardín divisor
detrás de la bella bruja,
al la morada familiar
de ti, buen ermitaño.
Y como conocedor que eres
de los escritos sagrados, peregrino amado,
mencionare el 18, 1, de la primera de Samuel
para que entiendas (en líneas santas) como me he sentido.

Las estrellas brillan en nuestros encuentros
colgadas de sabiduría eterna,
cubriendo tertulias druidas de almendro,
de tabacos varios y espumoso alcohol.

Hablas el mismo idioma secreto
de sarcasmo, bondad y recuerdos,
y las lagrimas soltamos a risotadas
con lo abstracto de la sabiduría oriental.

El impenetrable marfil de tu torre
se convierte en el claro de Rhosgobel,
sirviendo y contemplando a los llegados,
aun siendo tu un venerable rey,
entre aves de papel y valles de libros,
montañas de anaqueles históricos,
que vislumbras el devenir oculto,
ojos claros que el futuro ve.

Hombre de lumbre y biblioteca
que en la penumbra del agradable vino,
la lonja de queso y el pan de semillas,
decides en reunión compartir.

Vínculo fuerte y duradero,
leal caballero de orgías mentales,
fiel te brindas al clan elegido,
anteponiendo las aventuras que has dejado.

Fuerza del árbol maduro
plantado frente a la casa de Marie Anne.
Brilla el anillo prometido
en el arcano de la cuarta baraja.

Nimoogueano de la estirpe de orejas alegres,
tu virtud no solo es un rostro de gracia,
ni en humos y pipas son las palabras,
si el conocimiento no lo integras al mundo.

Fresno humano de peces en el cielo,
cuanto hemos hablado bajo el candil!
Melodías desconfiadas tocas en las cuerdas
cuando el negro mastín bate sus palmas.

Muchos, de tu vida, me dirán en palabras torcidas,
y en envidia bromean estúpidos sin saber que:
El monje se viste de hombre en hogar compartido
y el toro se desviste para entregarse como dama.

Es a mi, riqueza del alma,
como en aquel monasterio de una vida lejana,
con pies descalzos y viejos atavíos,
estar caminando en cofradía santa,
o de parranda burguesa y erudita,
esteparios casquivanos de vida mundanal,
en el funeral de un Dios olvidado,
prometimos que después de muertos, reencontrarnos.

Qué magia nos ha unido,
oh Hermes, en este tiempo?
La que de ti admiro, contemplo,
atesoro, extraño y me entrego?
El privilegio de ser tu amigo,
de recordarte lo aprendido,
de oír tu don parlante, y,
desde el alma llamarte hermano?

Nel percoso di magici e carta veggenti
che noi caldo torre refugio nel mondo,
scrivere la storia di grande amici,
di esscre amato come scelto fratelli!

domingo, 27 de enero de 2013

Otro capítulo de mi libro "Marie Anne y Yo"



4. La Casa.


Entre columnas firmes
y celosías de ensueño,
veo seguro el mundo
desde tus ventanas protectoras.

Pues la estabilidad está en mi alma
construida como artesano maduro,
mago de choza inamovible,
porque la Tierra fue mi hogar.

Aquellos pasos de montaraz
que antaño dejaron las sendas
de ciudades soleadas y capuchas de estrellas
trajeron los tejados que hoy me abrigan.

La intimidad tiene aroma a hogar
a cocina bruja de pastel de abuela,
biblioteca de amigable tabaco
y alcoba de esencias amorosas.

Eres bienvenido, oh amigo de la estepa,
pues hay lugar en la verdadera familia.
Desde el bravo enano que va a la guerra,
al erudito Hermes que fuma en la torre de abeto.

Vínculo fuerte y duradero
que ilumina los rostros de tertulia
y alargan abrazos en arboleda
de la plaza fuerte que llamamos hogar.

Acaloradas podrán ser las palabras
sin afectar la felicidad de los que residen,
pues no dejan que se oculte el sol
estando en recelo unos con otros.

Oh casa que nació del deseo,
lugar establecido para la entrega.
Del mundo traje tus encantos
para revestir las paredes con historias.

Conviertes al trotamundos en hogareño,
y rey al hombre protector.
La dama organiza la vida al día
y todos con sonrisas le rinden homenaje.

Que dicha es la que resguardas
de cotidiana felicidad
construyendo en rutinas
un objetivo para alborozar el alma.

Los sueños serán cumplidos
con las tareas de mis manos.
Y levantaré recuerdos afables
entre las maderas de tu interior.

Y como reyes de la morada
las riquezas no menguan,
al ensanchar tus territorios
dándole valor a la verde comarca.

Quizás llames a la comunidad cercana
y reuniones de cofradías andariegas.
Los encuentros de aquellos amigos de la vida
serán el ágape a la memoria eterna.

La familia es elegida mágica
como un clan unido de los cuatro vientos,
apoyándose mutuamente y en común acuerdo
en pos de un mismo objetivo.

Los momentos de estudio y la jarana nocturna
hinchan nuestros corazones de secreta burguesía.
Cuida, camarada querido, de tantas comilonas
y vuelve a la caminata, el huerto y el frutal.

La esperanza de amores
llegan en los bailes del pueblo.
Y para los unidos en fiestas,
el hogar es el rincón perfecto.

Oh, casa de cerco de Cedro
y escaleras de pulido Fresno,
te alzas blanca en maderas trabajadas
bajo tejas de Roble cantor.

Oh casa que el jinete a dejado,
y resguardas un corazón anillado;
el árbol y el trébol vigilan el jardín
de lechuzas, zorras y serpientes.

Eres estable, morada soñada,
y si alguien me pregunta por tiempo
diría que en un año, oh bello hogar,
construí una vida, oh, casa mía!
Foto: Otro capítulo de mi libro "Marie Anne y Yo"

4. La Casa.

Entre columnas firmes
y celosías de ensueño,
veo seguro el mundo
desde tus ventanas protectoras.

Pues la estabilidad está en mi alma
construida como artesano maduro,
mago de choza inamovible,
porque la Tierra fue mi hogar.

Aquellos pasos de montaraz
que antaño dejaron las sendas
de ciudades soleadas y capuchas de estrellas
trajeron los tejados que hoy me abrigan.

La intimidad tiene aroma a hogar
a cocina bruja de pastel de abuela,
biblioteca de amigable tabaco
y alcoba de esencias amorosas.

Eres bienvenido, oh amigo de la estepa,
pues hay lugar en la verdadera familia.
Desde el bravo enano que va a la guerra,
al erudito Hermes que fuma en la torre de abeto.

Vínculo fuerte y duradero
que ilumina los rostros de tertulia
y alargan abrazos en arboleda
de la plaza fuerte que llamamos hogar.

Acaloradas podrán ser las palabras
sin afectar la felicidad de los que residen,
pues no dejan que se oculte el sol
estando en recelo unos con otros.

Oh casa que nació del deseo,
lugar establecido para la entrega.
Del mundo traje tus encantos
para revestir las paredes con historias.

Conviertes al trotamundos en hogareño,
y rey al hombre protector.
La dama organiza la vida al día
y todos con sonrisas le rinden homenaje.

Que dicha es la que resguardas
de cotidiana felicidad
construyendo en rutinas
un objetivo para alborozar el alma.

Los sueños serán cumplidos
con las tareas de mis manos.
Y levantaré recuerdos afables
entre las maderas de tu interior.

Y como reyes de la morada
las riquezas no menguan,
al ensanchar tus territorios
dándole valor a la verde comarca.

Quizás llames a la comunidad cercana
y reuniones de cofradías andariegas.
Los encuentros de aquellos amigos de la vida
serán el ágape a la memoria eterna.

La familia es elegida mágica
como un clan unido de los cuatro vientos,
apoyándose mutuamente y en común acuerdo
en pos de un mismo objetivo.

Los momentos de estudio y la jarana nocturna
hinchan nuestros corazones de secreta burguesía.
Cuida, camarada querido, de tantas comilonas
y vuelve a la caminata, el huerto y el frutal.

La esperanza de amores
llegan en los bailes del pueblo.
Y para los unidos en fiestas,
el hogar es el rincón perfecto.

Oh, casa de cerco de Cedro
y escaleras de pulido Fresno,
te alzas blanca en maderas trabajadas
bajo tejas de Roble cantor.

Oh casa que el jinete a dejado,
y resguardas un corazón anillado;
el árbol y el trébol viilan el jardín
de lechuzas, zorras y serpientes.

Eres estable, morada soñada,
y si alguien me pregunta por tiempo
diría que en un año, oh bello hogar,
construí una vida, oh, casa mía!

De mi libro "Marie Anne y Yo"


Capitulo 8


Amanecía. Lo sabía no por el horizonte de un sol naciente que tímido se alzaba rápido en las primeras horas, sino más bien por la claridad de penumbras que dejaba vestir la noche muriente en las siluetas de bosque. Aun sentía el aroma de buen tabaco de hacía horas, en la biblioteca que daba al poniente, en donde con François Hermes debatíamos asuntos graves de literatura hermética y universal.
Amigable y de buen gusto, mi paladar conservaba el sabor del brandi estacionado. Oh, grato momento! Tertulia de impronta con ojos al almendro que relucía en aquella mañana dorada de otoño, en un cielo vainilla anunciado por el gallo “Picos”!

El baño templaba mi cuerpo, espabilándolo para la jornada. No era adepto a las costumbres de higiene de estas tierras. Para mí, las esencias y perfumes, son para las galas. No para sustituir la limpieza del agua.

Charlotte, la anciana ama de llaves, ya había calentado el horno y puesto a levar los bollos para el pan.
-Buen día! Tomará ese brebaje negro en lugar de té?- me preguntó como si el café fuese estupefaciente de moda.
-Buen día, mi señora. Y si, pero agréguele un quinto de leche y dos terrones de azúcar- le contesté sonriendo –y por favor, podría ponerme de más, algunas lonjas de pan con suficiente miel?-
Se rió con ganas al verme arrancar un trozo de croissant viejos, destinados a Robert, el sabueso.
-Así me gusta- me dijo –que eres muy delgado. Pues si no tuviese porte, diría que sois un mendigo.-
-Austero y sobrio, mi señora!-
-…austero y sobrio! Lo que debo escuchar!- y agitaba el delantal para quitarse restos de harina: -Suba a su torre, señor austero y sobrio, que en minutos le llevaré el desayuno.-

Me alejé socarrón, como un niño con permiso de pasar por alto las tareas, y canturrié con el rechine de las escaleras que armonicé con un estribillo de suelo de cedro al sentarme en el escritorio del bowindow que daba con vista al valle. De un cajón saqué aquellas figuras de las cuales tanto habíamos hablado la noche anterior con mi camarada, no solo de su significado, sino de la fascinación que había provocado en el reino su bella creadora, la cortesana sibila, consejera del emperador.

-Permiso…- dijo Charlotte, desayuno en mano, y con una graciosa mueca en el rostro cantarino (como si quisiera esconder una sonrisa): -…su amiga…(se aclaró la garganta)…quiero decir, Mademoiselle Lenormand se encuentra en el salón.-

Le indiqué que le hiciera subir, y pasé por alto sus insinuaciones. Segundos después, la esbelta y refinada figura de mi querida amiga alegró aun más mi mañana.
-Marie Anne, cuánto alboroza mi día con su presencia. Por qué tengo el honor de su visita?-
-Oh, calla Archibald, brujo adulador! Por qué no vives en la ciudad como un hombre de reputación, y me haces menos sacrificados nuestros encuentros?- exclamó de forma directa, luciendo una sonrisa que suavizaba su delicada prepotencia propia de su pueblo, pero seductora para el genero masculino.
-Por lo mismo que tu has dicho, querida!-
-Lo se. Por brujo!-
-No…- respondí -…por adulador! De esta manera nuestros encuentros son más deseados, y tus visitas no podrían ser más especiales!-
Entrecerró sus ojos y sentándose sobre mi escritorio, tomó un bollo dulce y comenzó a darle pequeños pellizcos para llevárselos a la boca:
-El problema es, mon chere, que este viaje me es cansador y largo, y Marie Anne llega desahuciada a esta amable morada, y moisie Archibald siempre la recibe con ágapes y banquetes, y eso, no es bueno para la silueta de la pobre Marie Anne!-
Reímos con la boca llena mientras la mañana se anunciaba afable.

Afuera, el sol estaba apenas por sobre los árboles, y habíamos decidido refrescar los temas con una caminata por el jardín, siendo una buena ocasión para encender una pipa en compañía de esos largos cigarrillos aromáticos que ella fumaba. Jean Paul, el nieto de Charlotte, que hacía tanto de jardinero como de mi insolente asistente, no dejaba de buscar excusas de trabajo; aquí y allá había siempre unas flores que trasplantar, un árbol que podar, un hoyo que cavar, lo que fuese para poder observar de más cerca el cuerpo de Marie Anne que solía marcarse y entallarse con los vestidos de moda. Pero el pobre Jean Paul lo hacía con mucho cuidado, pues cierta vez fue descubierto en tarea de fisgón y recibió el momento más incomodo de su vida por parte de la seductora malicia de mi joven pitonisa. Aun así, la sangre juvenil podía más y la sensualidad de Marie Anne valía todos los peligros.

-Querido Archibald, has estudiado aquel asunto?-
-Si, y poco me gusta, Marie Anne. Las intrigas palaciegas y las traiciones están más que a la orden del día, y la moneda corriente entre todos esos numerosos pretendientes a influyentes (y tu bien sabes que son parásitos) es llevar y traer chismes al irascible emperador, y poder alcanzar algunos privilegios.-
-…el no es un mal hombre.- musitó mi amiga.
-…si, quizás. Pero mucha de sus decisiones y logros se deben a tus aciertos y tu confiabilidad. Y eso, te propicia aun más el desprecio de tus enemigos. Y el emperador, podrá protegerte todo el tiempo?-
Frenó su paso y acarició mi cuidada barba y llevó mi cabello a su rostro para oler su aroma:
-No te preocupes en vano, mi amigo amado…-
-Nunca es en vano cuando el interés es alto.- le dije consternado -…porque aunque sepamos vislumbrar lo que fue y lo que vendrá, el suceso inesperado nos acaece a todos!-
La bella cortesana, mi vidente amiga, solo se limitó a besarme en la mejilla y exclamar de forma natural como si nunca hubiésemos hablado de tales sospechas:
-Ya se huele en el viento. Seguramente Charlotte habrá sacado otra bandeja de sus deliciosos bollos!!-

…y tomándome de la mano regresamos a la casa

miércoles, 16 de enero de 2013

Caretas


Hernán Casciari, uno de esos ángeles que encontrás en el camino. Porque las situaciones difíciles pueden ser endulzadas con una cucharadita de humor. Un lindo análisis sobre lo que está pasando en la Madre Patria.


Caretas (Casciari)

martes, 15 de enero de 2013

El observador de historias.



Observa desde su ventana...
El espectáculo de una mañana rutinaria,
sonríe al pensar que esas malditas benditas rutinas
son sus historias preferidas,
aquellas que llenan las hojas del cuaderno negro.

Observa desde su ventana...
Otra mañana rutinaria.
Aquel viejo camión, tanto como su chofer,
el dueño del bar, que fuma su enésimo cigarrillo a la espera de clientela,
niños y adolescentes que pasan con carpetas, delineando la noción de futuro,
decenas de hombres y mujeres con su equipaje de sueños desperezados.

Observa desde su ventana...
La mañana comienza, con sus ritos y sus ratos libres,
con sus historias rutinarias y sus histerias fascinantes.
Como quien espera el amor que no fue,
como quien se cansa de tanto amar,
de tanto esperar...

La mañana se despereza desesperada.
Con sus gustos y sus modas,
con sus lutos y sus bodas,
con sus dos más dos son tres,
con sus tres es multitud...
con el dolor del amor,
con el valor de animarse a un sueño más.

Observa desde la ventana...tiene tanto que escribir.

viernes, 11 de enero de 2013

El Barco.


Otro capitulo de mi nuevo libro "Marie Ann y Yo".

3. El Barco.

Antigua construcción que unes puntos
que desde tiempos antiguos
al hombre empujabas a nuevos caminos
para indicarle una dirección.

Que enseñas en solitario y en compañía
a la unión o la autosuficiencia
al empuje de lo que se sueña o se encuentra,
quizás difíciles, superados con firmeza.

Lento y seguro en la valkiria divina
o en el navío que infla velas a lo explorable,
que en las aguas indómitas o conocidas
abrigan esperanzas de lo nuevo.

No importan los días
y si el tiempo nos impele.
El Dios de las aguas nos guía
cuando con reverencia nos entregamos.

Nuestros cuerpos se desplazarán
con vista a tierras remotas,
y el espíritu llegará en viajes de mundos
en la barca que no surca mares.

Cuando nuestras alforjas estén a bordo
será por decidir una evolución de lo que hacemos,
y así, nuevas costas verán el trabajo
que abultará nuestras arcas.

El viento y las corrientes nos llevarán
a conocidas tabernas de puertos,
al encuentro de memorable compañía
y nuevos hombres de mares.

Atrás dejamos la casa conocida
y los problemas serán distantes en el horizonte.
El reencuentro tiene otra mirada
y las diferencias fueron pulidas con las piedras de las orillas.

En alta mar la cocina es austera
beneficiando la vida oceánica.
No sólo banquetes de grasa olvidemos en tierra,
sino que la sal sólo esté en las aguas.

Danza barca en los flujos de la tierra
y acúname en sueños y en momentos de alcoba.
Bajo las estrellas encenderé velas
para agraciar a la sirena que me acompañe.

No hay maldición en el navío.
La persona amada es marinero y capitán.
Pero si tu andar de mares es solitario
al llegar al muelle abra una boca para tus labios.

Oh barca del espíritu,
nave errante del cuerpo palpable
llévame donde mi vida sea ventura
donde mi historia he de contar.

Por momentos, deriva y armonía.

Por momentos, navega a la deriva...
Por momento, no hay nada mejor...
Por momentos, el sol es su única guarida...
Por momentos, se convierte en cazador.

Por momentos, la deriva es un laberinto,
un camino que no tiene final,
una canción sin rima ni armonía,
un payaso, sin maquillaje ni disfraz.

Por momentos deriva y armonía

Decisión

Da una y mil vueltas.
Hace, deshace y vuelve a hacer...
Todo es confuso.
A su alrededor, todo es miedo.

Da una y mil vueltas.
y...aunque no sabe lo que busca, parece decidido.

Tantos "Bares y preguntas",
tantas "Benditas, malditas agonías",
tantos "Trenes que pasan",
tanta "Tanta vida"

Sabe que entró en proceso,
siente que sólo debe dar un paso.
El techo es demasiado bajo para buscar inspiración...
Sonríe por otra frase hecha.

Sonríe con la mueca de los desesperados.
Sonríe, mezcla de triunfo y nostalgia.
Sonríe, porque teme perder lo que conoce.
Sonríe, porque perderlo fue su decisión.


Decisión

jueves, 6 de diciembre de 2012

El Trébol.

       Cuán necesario es ese Trébol de cuatro hojas, para convencernos de vivir el aquí y ahora... que lo importante no es llegar sino salir...buscar, buscar, buscar...emprender el viaje del héroe, donde sólo nosotros somos los protagonistas, los responsables de crecer...
      Bendice este viaje, con magia, alegría y deseo...Trébol de cuatro hojas, pon esperanza en nuestro andar!!!...

Otra belleza de mi caro fratelo...

De mi libro "Marie Anne y Yo"

Quién no
como un niño andante
sonrió como un duende
al encontrarte en el prado?


O recostado en el césped
seleccionando por hojas
te buscó en la alegría inesperada
y en la esperanza de la suerte?

Nos transformamos en el tiempo,
mutamos al andar y en lo nuevo,
jugando el aquí y ahora
en el momento pasajero.

Conviertes en agradable persona
al caminante alegre,
que festeja la vida
en la realización de cada jornada.

Oh suerte,
símbolo de ganancia,
acaso la llave de la ventura
se esconde lindando la senda?

Dame estabilidad
en el labor de mis manos.
El éxito y mi suerte
se dibuja en una flor.
Y aun planeado para llenar los cofres,
tocas con magia de gnomos
el destino de azar monetario
para prosperar mis ganancias de hombre.

Te alzas escondido entre cientos.
Tan solo un pétalo de mas te corona
en el reino verde caprichoso.
Uno de cuatro entre miles de tres.

Tomo tu consejo y soy especial
materializando a quien desee a mi lado.
Una eterna segunda primavera
me hace dueño de la paz.

Finaliza mis dolores
con la promesa de tu alivio
aun sabiendo que no veré el para-siempre,
lo eterno es hoy!

Y yo me veo en ti
con cuatro puntos señalando el viento.
Profundo en la verdad que Dagda entregó,
soy perenne e inmortal.

Seré una alegría para otros
cuando me reconozcan entre la muchedumbre?
Traeré esperanza de buenas nuevas
al profesar la vida en un día?

Tu proclamas, pequeña hierba,
ser uno en miles nacientes,
siempre muriente, eterno existente,
desde el principio de la creación.

Aquellas serán mis palabras
de metas y esperanzas
vivo el proceso de cada día,
oh hierba perenne, eterna como el sol.